Cacabelos

A las puertas de Galicia

En el invierno de 1808, la fuerza expedicionaria del general Moore se retira hacia los puertos de evacuación de Galicia. Napoleón y el Mariscal Soult lideran un ejército perseguidor que trata de entablar una batalla decisiva para destruir a los británicos. El 3 de Enero de 1809, ambos ejércitos contactan en la localidad berciana de Cacabelos.

La primera medida del general Moore al entrar en la villa de Cacabelos consiste en formar las tropas y echarles la bronca: “El enemigo ha tomado ya Bembibre y logró un extraño botín: cientos de ingleses borrachos y cobardes”, reprocha Moore. El General Paget, subalterno de Moore, enjuicia con rapidez a los saqueadores: ahorcamiento rápido allí mismo. No obstante, Paget acepta como garantía de indulto la palabra de honor de unos reos que perjuraban que se reformarían.

La estampa bíblica de la conversión de unos bribones en seres virtuosos al sentir, de forma literal, una soga de cáñamo alrededor del cuello, la interrumpe el aviso de un jinete: llega el ejército francés encabezado por Auguste François-Marie de Colbert-Chabanais, un joven general de 31 años.

Moore ordena retroceder hacia el puente de Cacabelos: en el pueblo queda un pequeño grupo de escaramuzadores para hostigar a Colbert, y el grueso del ejército cruza el puente y se parapeta a lo largo de la orilla.

El asalto comienza a las tres de la tarde. Las tropas de Moore resisten la acometida de la vanguardia francesa tras duros combates en la zona del puente, la Iglesia de las Angustias y el molino. Resulta decisivo el apoyo artillero de las baterías emplazadas en la villa de Pieros y en el altozano de Castro Ventosa. Los franceses llegan a tomar el puente, pero deben retroceder y reagruparse. El general Colbert muere por un disparo en la cabeza del francotirador Thomas Plunket.

El segundo asalto comienza a las cinco de la tarde. Los franceses vadean el río por una playa fluvial, aguas abajo, y desbandan a los ingleses que defienden ese margen. Moore les refuerza con soldados del puente y el general francés Merle aprovecha para intentar retomarlo. De nuevo, la artillería británica desbarata el ataque del puente y los franceses de la playa cruzan el río de vuelta a sus líneas.

La noche detiene los combates y Moore recurre a la estratagema que dos semanas después salvará la situación en Elviña: los soldados prenden hogueras de campamento para simular que pernoctan allí mientras emprenden la retirada.

La batalla de Cacabelos concluye con dos centenares de muertos por bando y una victoria estratégica de Moore, que evita la destrucción de su ejército y continúa la marcha hacia Galicia.

Lugo

El 7 de enero de 1809, cuatro días después de la batalla de Cacabelos, el ejército francés alcanza en Lugo a la fuerza expedicionaria del general Moore. Moore lleva en retirada desde el mes anterior, cuando descubre que le acecha el grueso de la Grande Armée destinada en España.

El general inició desde Sahagún una desesperada carrera hacia los puertos de evacuación en Galicia. A marchas forzadas, su ejército de 25.000 hombres cruza los montes de León y el Macizo galaico en unas condiciones invernales terribles. Los ingleses abandonan equipo, municiones e incluso las cajas con las soldadas de los regimientos: cualquier objeto que retrase la huida. A la altura de Lugo, Moore ya ha perdido 5.000 soldados entre enfermedades, deserciones y las escaramuzas con el ejército de Soult.

La desmoralización se extiende, así como los pillajes en los pueblos que atraviesan las tropas de Moore. Informado de la existencia de una buena posición defensiva en Conturiz, junto a Lugo, decide esperar a la vanguardia francesa y pelear con el fin de restablecer el ánimo y la disciplina.

Moore distribuye más de 19.000 hombres entre el río Miño y el pueblo de Castroverde. El río protege su derecha y la orografía la izquierda: solo puede recibir un ataque frontal por un terreno difícil. El escocés sabe que Soult cuenta con 25.000 soldados repartidos en seis divisiones, pero marchan en una larga columna y no dispone de todas las unidades a la vez.

La tarde del 5 de enero llega el mariscal Soult con 12.000 hombres desde Corgo. Soult apenas distingue el orden de batalla británico por falta de luz y desconoce a qué se enfrenta. Como su posición defensiva en O Corgo es fuerte, decide esperar la llegada de su convoy de artillería y de la división del general Heudelet.

La batalla comienza el día 7 con un ataque de tanteo por las tropas del general Reynaud contra el flanco del Miño, defendido por Baird. El siguiente ataque llega desde el ala derecha francesa, cuando la caballería del general Franceschi-Delonne se enzarza con la caballería inglesa de Lord Hery Paget, el héroe de la batalla de Sahagún.

El tercer ataque lo dirige el general Merle contra el pueblo de Vilanova, en el centro, y choca con la tenaz defensa del general Hope. Terminan los combates y ambos ejércitos mantienen sus posiciones de inicio: las bajas francesas son trescientas, entre muertos y heridos, y las británicas sobre cincuenta.

Moore ordena durante el día siguiente sacrificar quinientos caballos y destruir cien carros de municiones; sus soldados aprovechan para saquear algunas casas de Lugo. Como explica el Marqués de la Romaña: “El ejército inglés procuró en Galicia más enemigos a la nación británica que a la Francia misma”.

Llega el 9 de diciembre. Las fuerzas británicas levantan el campo y reanudan la retirada.

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Batalla de la Coruña (Elviña)

11 de enero de 1809. Un desbandado ejército inglés entra en La Coruña para descubrir que en el puerto no hay barcos de evacuación. La Royal Navy permanece fondeada en Vigo, incapaz de remontar la fachada atlántica por un temporal en Finisterre. El general John Moore deberá contener durante cuatro días al ejército del mariscal Soult mientras llega la flota.

John Moore comanda una fuerza que ha perdido uno de cada cinco hombres en su huida invernal desde Sahagún hacia el Cantábrico. Por parte española, la guarnición coruñesa partió en verano para integrarse en el ejército regular y sólo defienden la plaza unos centenares de artilleros y la milicia ciudadana.

Moore necesita proteger su retaguardia durante el embarque y concentra sus regimientos de veteranos en tres líneas escalonadas frente al istmo de acceso a la ciudad: el monte de Santa Margarita, justo en la entrada, la aldea de Oza y el monte Mero, a 3 kilómetros.

El 14 de enero llega una la flota de evacuación de 100 buques y el 15 comienza el embarque. Ese día aparece la vanguardia del ejército imperial, pero Soult tarda en despegar sus tropas hasta el mediodía del 16. Tras una nueva demora, las baterías francesas abren fuego sobre las dos de la tarde.

El pueblo de Elviña obstaculiza el ataque de los franceses por su flanco izquierdo y necesitan ocuparlo tanto, como los ingleses mantenerlo. Destaca la ferocidad del combate cuerpo a cuerpo en las calles y casas de Elviña, que cambia de manos varias veces a lo largo de las siguientes tres horas.

A las 14:30, una bala de cañón impacta sobre Moore: fractura las costillas sobre el corazón y arranca parte del hombro y la clavícula izquierda. Entre sus oficiales del estado mayor y un grupo de highlanders lo retiran del frente en una camilla improvisada.

Se suceden los ataques franceses por toda la línea británica y los contraataques para tapar las brechas. En un avance imperial, los dragones franceses llegan al monte de Santa Margarita y se enzarzan con los highlanders; en un avance inglés, llegan a capturar algunos cañones franceses en Peñarredonda, pero deben retroceder y abandonarlos.

Las tropas vuelven a sus líneas de partida sobre las 17:30, cuando declina el sol. Desde entonces sólo se producen disparos esporádicos. Amparados en la noche, los británicos recurren a la misma estratagema que en Lugo: fingen con hogueras que pernoctarán en sus posiciones para combatir al día siguiente, pero se escabullen hasta el puerto y escapan en los barcos.

Moore, en estado preagónico, no pudo llegar hasta su cuartel general en Pescadería; lo acogen en casa de un comerciante local y allí expira sobre la ocho, tras dictar sus últimas voluntades y ser informado del éxito de la evacuación.

El general inglés Hope contabiliza, entre muertos, heridos y prisioneros 700 bajas propias y 2.000 enemigas; por el lado francés admiten alrededor de 1.200 bajas en sus filas.

La Coruña capitula el 19 de enero: lograron escapar 18.000 soldados de un ejército que el mes anterior era de 25.000. En Inglaterra, la muerte en combate de Moore convierte en panegíricos las críticas a su desastrosa campaña y Sir John Moore y la Batalla de Elviña pasan a la historia como una de las batallas de mayor relevancia de la Guerra de Independencia.

Ferrol

A finales de enero de 1809, tras la batalla de Elviña y la capitulación de La Coruña, el mariscal Soult encarga al general Mermet la toma de Ferrol.

El asalto por mar a Ferrol resulta demasiado complejo, pero el ejército imperial avanza desde tierra. La falta de información genera un ambiente de inestabilidad en la ciudad amenazada, pues llegan a creer que es la última plaza española que le falta por conquistar al ejército  francés.

La población y 300 soldados que guarecen los fuertes son partidarios de resistir, como ante a las tropas de la Segunda Coalición en 1800 durante la Batalla de Briones. Las autoridades civiles y militares son partidarias de la capitulación. Joaquín Hidalgo gobierna Ferrol y Francisco Melgarejo es el comandante de la escuadra: ambos saben que las reservas de víveres para seis días, la obsolescencia de las fortificaciones y su mal estado de conservación no invitan al optimismo.

El pueblo, amenazante, impone su criterio durante cuatro días y resisten a los franceses hasta la caída de los fuertes de Palma y San Martín. Defienden Ferrol desde la ría un navío de línea, dos fragatas y una flotilla de cañoneras; sus disparos hostigan las posiciones francesas, pero sólo sirven para retrasarlos. Al golpe moral de la pérdida de los fuertes se suma la visión del comienzo de la excavación de trincheras por los zapadores franceses.

El mariscal Soult envía un parlamentario a Ferrol el 23 de enero de 1809. Al día siguiente resume la situación en una carta al mariscal Ney:

“He requerido al gobernador la rendición de la plaza, quien me ha pedido veinticuatro horas para deliberar con el comandante de la Escuadra española, la Junta, y el pueblo, que parece practicar en Ferrol su tumultuosa autoridad”.

Como la primera delegación no obtiene respuesta, Soult envía otro emisario pasadas veinticuatro horas. En esta ocasión, las autoridades españolas aceptan las condiciones de los segundos parlamentarios. La capitulación de Ferrol estipula las condiciones esperables, con la entrega de los pertrechos del arsenal y los buques de guerra del puerto. Sin embargo, el documento incluye una cláusula inusual en una capitulación militar: que las autoridades depuestas reconozcan la legitimidad del Rey José I Bonaparte.

5.000 soldados franceses encabezados por el Mariscal Soult entran en Ferrol la mañana del 27 de enero de 1809. En nombre del nuevo Rey hermano del Emperador, el general Mermet nombra gobernador del Ferrol al teniente general Pedro Obregón, un marino afrancesado que estaba preso en la ciudad desde mayo. Pedro Obregón ascendió a comandante de marina de José I, tuvo que abandonar España con la derrota de los invasores y murió en el destierro.

Betanzos

La retirada del ejército de Moore hacia La Coruña está marcada por saqueos de los soldados ingleses contra la población. En la madrugada del 8 al 9 de enero de 1809, el ejército se retira de Lugo y, a marchas forzadas, gana un día de ventaja respecto a sus perseguidores franceses.

La historiografía británica relata que los dos días de marcha entre Lugo y Betanzos cusan más bajas entre los ingleses que las sufridas durante el resto de la retirada desde Astorga. Entre las bajas se cuentan, desde muertes por agotamiento, hasta deserciones y rezagados que caen prisioneros o bajo las avanzadillas de la vanguardia de Soult.

El general Moore trató de restaurar la disciplina en sus tropas y, conocedor de la existencia de bodegas en el municipio de Betanzos, pasa de largo con el grueso de su ejército. Sólo descansa en Betanzos un pequeño contingente de la Guardia Real y Moore cursa la orden de mantener los soldados acuartelados y que solo pisen la calle acompañados de un oficial responsable de sus actos.

Los franceses entran en Betanzos el 11 de enero de 1809 y se dedican al pillaje y a represaliar a la población. Una vez asegurados los puentes para el paso de las tropas de Soult, continúa la persecución hasta la Coruña que culmina en la batalla de Elviña.

Betanzos se convierte durante meses en lugar de paso de las topas francesas y, por la marcha de la contienda, en lugar de ejecuciones de paisanos y sospechosos de pertenecer a la guerrilla.

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